Hace ya un tiempo circula por Internet un chiste que, más allá de sus atributos humorísticos, refleja cabalmente la manera en la que la mayoría ve el trabajo de los consultores (y lo mucho que hacen algunos consultores por ser vistos de esa forma). Tal vez sea la oportunidad de recordarlo, con la sana intención de reflexionar acerca del verdadero propósito y método que deberían tener las intervenciones organizacionales.
Un consultor transitaba por una ruta con su modernísima camioneta 4×4 y a lo lejos ve a un viejo pastor con su rebaño de ovejas. El consultor piensa “tengo ganas de comer, así que voy a aprovecharme de este viejo ignorante”. Minutos después, frena el vehículo junto al pastor y pregunta: “Señor, si yo le adivino cuántas ovejas tiene usted en su rebaño, ¿me regala una?” , el viejo responde con algo de asombro: “Sí, porqué no.”
El consultor vuelve a su camioneta, saca una notebook, vía un modem WIFI se conecta con Internet, baja una fotografía satelital de la NASA, corré un par de herramientas estratégicas y hace cálculos en función de la superficie que ocupa el rebaño y el promedio histórico del tamaño de una oveja. Luego de tres horas, en las que prepara una voluminosa presentación, le indica al pastor: “Usted tiene 1347 ovejas, 256 son machos y 1091 son hembras y 4 pueden estar embarazadas”.
El pastor asintió y le dijo que efectivamente así era, y que tal como habían acordado se podía llevar una oveja. El consultor, tomó un animal y lo cargó en su vehículo. Cuando ya había encendido el motor para irse, el viejo le preguntó: “Disculpe Sr, pero si yo llegase a adivinar cuál es su profesión, ¿usted me devolvería el animal que se está llevando ?, el consultor evaluó rápidamente que el riesgo de acierto era extremadamente bajo, y que el pastor jamás conocería siquiera la existencia de su función profesional, en consecuencia, respondió sonriente: “Por supuesto”.
El viejo entonces disparó: ”Usted es consultor”. El consultor, totalmente sorprendido, balbuceó: “y…..¿Cómo se dio cuenta?”.
El pastor, casi sin inmutarse, le respondió: “Primero, porque vino sin que yo lo llamara; segundo, porque me quiso cobrar por decirme algo que yo ya sabía… y tercero , porque se nota que no entiende absolutamente nada de mi negocio, lo que se está llevando no es una oveja, sino mi perro.”
Aplausos !
Lic Javier Furman Pons